QUE ES UNA GEMA?
En el amplio grupo de las "gemas" o "materiales gemológicos" se incluyen todas las materias naturales o artificiales, de origen mineral principalmente, pero también animal, vegetal, meteorítico, etc. que se utilizan para ornamentación y adorno personal.
Parece existir una tendencia, que se manifiesta en todas las culturas, incluso en las más primitivas, a que los hombres y mujeres utilicen los objetos más llamativos, y también los más escasos, que la naturaleza pone a su alcance como adorno personal.
Anillo con aguamarina (Pereña, Salamanca)(Foto: J. García Guinea)
Esta característica se ha vinculado con la vanidad personal, con el testimonio de poder o singularidad del que porta el objeto valioso, y también con supuestos poderes mágicos o sobrenaturales. Se sabe que el hombre primitivo usaba, reconocía y era capaz de tallar hasta 15 tipos distintos de "gemas", entre las que se hallan el hueso, diversas conchas, el ámbar, el azabache y algunos vidrios naturales. La existencia de algunos de estos materiales en puntos muy alejados de su lugar de origen permite afirmar una movilidad y unos canales comerciales en el Neolítico que no podrían sospecharse si no existieran estos vestigios.
Por ejemplo, la existencia de ámbar del Mar Báltico en las culturas neolíticas mediterráneas, o la presencia de lapislázuli de Afganistán en las culturas del valle del Nilo, que se suponían relativamente cerradas a influencias externas.
Las características:
Las características de las gemas según su atracción son, fundamentalmente, tres:
La belleza, concepto sin duda subjetivo y sometido a los caprichos de la moda, pero con componentes objetivas, tales como el color, brillo, transparencia, dispersión y otras propiedades ópticas.
Su durabilidad, o capacidad de resistir sin daños mayores los golpes y roces con otros materiales. En tal sentido, es sabido que la admiración que los antiguos sentían por el diamante se debía, no a su brillo, que sólo pudo descubrirse al lograr su talla, sino a su dureza.
Se valora en una gema su escasez o rareza, que le confiere el sentimiento de poder e individualidad.
Parece existir una tendencia, que se manifiesta en todas las culturas, incluso en las más primitivas, a que los hombres y mujeres utilicen los objetos más llamativos, y también los más escasos, que la naturaleza pone a su alcance como adorno personal.
Anillo con aguamarina (Pereña, Salamanca)(Foto: J. García Guinea)
Esta característica se ha vinculado con la vanidad personal, con el testimonio de poder o singularidad del que porta el objeto valioso, y también con supuestos poderes mágicos o sobrenaturales. Se sabe que el hombre primitivo usaba, reconocía y era capaz de tallar hasta 15 tipos distintos de "gemas", entre las que se hallan el hueso, diversas conchas, el ámbar, el azabache y algunos vidrios naturales. La existencia de algunos de estos materiales en puntos muy alejados de su lugar de origen permite afirmar una movilidad y unos canales comerciales en el Neolítico que no podrían sospecharse si no existieran estos vestigios.
Por ejemplo, la existencia de ámbar del Mar Báltico en las culturas neolíticas mediterráneas, o la presencia de lapislázuli de Afganistán en las culturas del valle del Nilo, que se suponían relativamente cerradas a influencias externas.
Las características:
Las características de las gemas según su atracción son, fundamentalmente, tres:
La belleza, concepto sin duda subjetivo y sometido a los caprichos de la moda, pero con componentes objetivas, tales como el color, brillo, transparencia, dispersión y otras propiedades ópticas.
Su durabilidad, o capacidad de resistir sin daños mayores los golpes y roces con otros materiales. En tal sentido, es sabido que la admiración que los antiguos sentían por el diamante se debía, no a su brillo, que sólo pudo descubrirse al lograr su talla, sino a su dureza.
Se valora en una gema su escasez o rareza, que le confiere el sentimiento de poder e individualidad.